Un lienzo blanco
Cuando se decide practicar una disciplina de autoconocimiento, y finalmente se da un paso hacia adelante tomando un curso, un taller o unas clases, en las primeras clases, es común escuchar a personas que se van con la sensación de estar más cansadas, doloridas o nerviosas de lo que llegaron. Algunas de estas personas se pueden preguntar a que es debido: '¿Soy yo, o es que esta disciplina no es para mí?' Después de observar este 'fenómeno' en numerosas ocasiones, y corroborándolo con la propia experiencia, se podría decir que es una parte necesaria del proceso de autoconocimiento.
Algunas personas aparentemente no tienen en cuenta que se enrolan en este tipo de disciplinas con esta finalidad. Te dirán que están buscando mejorar sus vidas, o encontrar paz y equilibrio emocional, pero si perdemos de vista que el autoconocimiento es la vía necesaria para conducirnos hacia lo que buscamos, perdemos la oportunidad de transitar los obstáculos que nos separan de nuestra meta. Y el autoconocimiento, como indica la palabra implica conocernos al completo, en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza (no necesariamente refiriéndonos al plano económico). Las prácticas para la relajación, la concentración, la meditación,... nos ofrecen un lienzo en blanco, a través del cuál y desde la calma, podamos evidenciar por contraste nuestro estado general actual.
Cuando solamente moviendo lentamente un brazo, o sosteniendo una postura estática sencilla durante unos segundos o minutos, terminamos con molestias en el cuerpo, e incluso con dolores agudos, parece evidente que el problema no es de la disciplina, sino que algo en mí podría estar desajustado. Algo en mí no me está permitiendo liberar la tensión innecesaria, ni relajarme y aprovechar correctamente la fuerza y demás cualidades de mi cuerpo. Pensar que estas molestias son razón suficiente para abandonar, seria algo parecido a pensar 'no voy a comer ni beber porque no me gusta tener que ir después al baño'.
Conocerse es un proceso que implica ver lo que anteriormente no se estaba viendo, y esto a veces implica malestar, dolor, nerviosismo, resistencia o todo esto a la vez. Estábamos acostumbrados a unas rutinas psico-físico-emocionales que por insoportables que puedan llegar a resultar, las hemos hecho nuestras y nos causan al menos certidumbre, pese que nos pesen. Cuando habitualmente nos movemos en la desconfianza, el miedo, el desasosiego, la ansiedad o la tristeza, sin tiempo ni interés para mirar adentro nuestro, es difícil darnos cuenta lo tenso y dañado que puede llegar a estar nuestro organismo, lo volátil que puede llegar a ser nuestra mente y la inestabilidad emocional que podemos llegar a experimentar.
Sobre un lienzo gris oscuro, resulta casi imposible apreciar una mancha de color negro. Pero en un lienzo blanco, una mancha de color negro se puede distinguir con toda claridad. Y solamente conociendo a la perfección nuestras manchas, su profundidad, sus límites y sus implicaciones, podremos algún día con trabajo y paciencia borrarlas definitivamente de nuestro lienzo, y así poder disfrutar de la obra en su totalidad.